viernes, 23 de septiembre de 2011

La última vez me pilló casi durmiendo. A penas podía leer lo que estaba leyendo. Pero siempre se trata de leer. Siempre se trata de echar un ojo cuando el oído no ha bastado. Me pilló desnuda. Me pilló en la cama. Con el corazón en el estómago y en la garganta. Con el estómago retorcido. Y la garganta agarrotada. Me pilló tumbada y temblorosa. Consciente y dolorosamente crédula. Como siempre.

Hoy me he dado cuenta de que siempre es como siempre. Y que por eso debería abandonar la tinta analista de pasado, inconsciente de presente y agorera de futuro. Por eso debería dejar la tinta.

De la misma manera en la que la sangre, cuando me pilla, me abandona.