jueves, 29 de abril de 2010

Ahora sí que sí


Para empezar, si hay palabras que no consiguen decir porque resulta que nunca proceden, nunca proceden, nunca proceden, es fácil: sin titubear imaginen en su cabeza una hipotetiquísima situación en la que lo hagan y láncense a hablar, aunque sea entrecortadamente, terminarán saliendo y no se preocupen de los tartamudeos, los múltiples anacolutos, los sinsentidos, si su discurso no tiene ni coherencia ni cohesión ni nada de nada, de nada, de nada, no se preocupen, no se preocupen, no se preocupen, ante todo sepan que ustedes no son tontos y que de antemano escogieron a alguien que se muere por ustedes, lo que facilita notablemente la comprensión.

(Recomendación: tampoco se esfuercen demasiado en tartamudear, anacolutear, descoherenciar, descohexionar porque puede que terminen sinsenseando, del verbo sinsensear)

Tenía razón mi profesora de morfología, los neologismos verbales son forofos de la primera conjugación.

Minudencias a parte, hoy haré mi primer viaje en el tiempo: hoy es 24 de noviembre de hace dos años y, como todo buen viaje en el tiempo (atrás) que se precie, está destinado a que el devenir no sea el mismo que fue, no sea el mismo que fue, no sea el mismo que fue.

Minudencias a parte, enhorabuena, lo conseguiste.

Minudencias a parte, enhorabuena, lo conseguiste.

Minudencias a parte, enhorabuena, lo conseguiste.

Para terminar, sabiendo que ya no son ni caballeros ni nada, ni nada,ni nada -y ya qué más da, digo yo, y dirán ustedes- ustedes pueden echar a correr detrás de la que sí es señorita y dejar al cardo plantado en el corazón de la ciudad y con él por tierra dando de comer a los hermosos tulipanes que también plantaron porque ya es otra puta primavera. Entre los que empezó a ser lo que nunca pudo ser. Nunca nunca nunca será.


domingo, 25 de abril de 2010

Otra primavera


Tu paladar me es más amargo, profundo, difícil, idílico, platónico, tú, tan cerca del tacto, lejos, tú cada vez me es más yo, yo cada vez me es más... yo.

domingo, 11 de abril de 2010

Mírala cara a cara


La primera fue un relámpago seguido de una patada en el estómago que nos hizo soltar el poco aire que nos quedaba en una frase de despedida sin adios.

La segunda fue un reencuentro sin saludo que nos hizo coger aire para hablarnos y convencernos de que aquello fue un adios y de que aquello no era un reencuentro.

Las terceras siguientes nos buscábamos como leones hambrientos, nos olíamos como animales, nos devorábamos como nosotros y nos despedíamos sin adios, porque sabíamos que volveríamos a la segunda de nuevo.