A veces me sorprendo extrañando los tragos amargos y me pregunto qué clase de persona soy. Luego me pregunto qué es lo normal y, al final, decido que lo más productivo es ir a tomarme otro café.
A veces me sorprendo extrañándote y busco acordarme de los tragos amargos y me pregunto si éso es normal. Y concluyo que el mecanismo de defensa depende de la clase de persona que seas. Y al final termina apeteciéndome un cigarrillo.
Cuando llevo demasiados cafés y un par de caladas me pregunto si soy una persona normal y ahí ya me doy cuenta de que es el momento de un té con leche muy caliente y muy negro y algún clásico muy muy denso.
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